sábado, 22 de noviembre de 2008

HACIA EL RESCATE DE LA IDEALIDAD AVANZADA




Con motivo de la celebración de los veinticinco años de la Cátedra “Pío Tamayo” (1983-2008), seguimos en la tarea de esparcir las semillitas titiriteras del pensamiento y corazón de este floricultor de hazañas (1989-1935), que aún no retoñan en esta Venezuela maltrecha y devastada. El país que lo exiló, persiguió, encarceló y asesinó, fue el de Juan Vicente Gómez. Un tiempo y una historia para la consolidación de una nación a la medida de la naciente riqueza petrolera, en la cual los ‘granujas, como los denominó Pío Tamayo en una de sus novelas, no dejarían de contar con un inventario de dolor inacabable.

Aquel tiempo de prisiones interminables, de persecuciones y sobre todo de complicidades y silencios, contuvo en su interior fulgores inmensos de la Venezuela que habrá de ser. Pío Tamayo fue uno de esos avanzados de la vida, la historia y el mundo, que se dio a la tarea de conformar una idealidad avanzada que conformara un nuevo código de deberes, una nueva visión del acontecer, que convocara a un ciencia y un arte nuevos, dispuestos para servir al hombre en la tarea de construir una sociedad igualitaria, justa y libertaria.

Y para ello utilizó todos los instrumentos y herramientas a su alcance. Su biografía es una escuela de vida y porvenir, de hazaña y quehacer persistente, de entrega y sacrificio a la causa de la redención del hombre. Y sobre todas las cosas, una infinita travesía de amor, por encima de todo el odio que recayó sobre él y sobre esta tierra.

Conocerlo es como establecer un diálogo con la historia inconclusa de más de cinco siglos de rebeldía acorralada, de sueños irredentos, de combates por realizar. Sus papeles, señales, hojas todavía dispersas en tintas invisibles, en la parte de atrás de alacenas que fueron incineradas, en el envés de las hojas del jazmín que sostuvo inédito su navegación estelar, y en los pocos escritos que hemos podido recoger, son lección alta de humanidad y amor.

Los días que vivimos están como nunca necesitados de un cordel donde atar nuestras esperanzas. Por eso Pío está más vigente que nunca. Sigue silenciado, olvidado, desterrado de toda memoria y acción. Es indispensable dejar que vuele alto otra vez, que se ponga su traje de maestro de escuela, y emerja desde los surcos por donde anuncia su azúcar la caña, a compartir las pautas de una vida digna de ser vivida.

En esas tareas hemos estado empeñados durante veinticinco años desde este recinto piotamayista y floricultor donde hace residencia su canción y su batalla. Es tiempo de avivarla otra vez, de que la tomemos como un engranaje en los combates de ciencia y arte nuevos, en los de una sociedad y una historia que habrá que construir.

Desde estas páginas, que son su casa, echamos a correr su pensamiento, poemas, narraciones, ensayos, textos, pedazos de vida, gestos y acciones que dibujaron entonces un porvenir que aún no ha arribado. ¿Seremos capaces de contribuir a hacerlo posible?

No sólo sus enemigos políticos lo asesinaron, luego muchos de sus propios compañeros de luchas, tribunas y cárceles, lo silenciaron, lo cual es otra forma de muerte. Y es de allí de donde es necesario rescatarlo, echarlo de nuevo al vuelo a armar batalla tocuyana en el escenario de un país que no ha querido asimilar los terribles y duros golpes recibidos y que por el contrario se empeña en seguir aferrado a un pasado de miseria, atraso y muerte. Pío lo intuyó entonces, refirió la complicidad y el grado de responsabilidad que nos corresponde en todo este proceso.

Pío murió en octubre de 1935, dos meses antes de la muerte natural de Juan Vicente Gómez. Pero la era postgomecista no logró dejar atrás los males enraizados en una historia llena de enfrentamientos cruentos, negociaciones y acuerdos, en medio de ininterrumpida utilización del colectivo para saciar los repartos del botín-país. El cuadro de hoy evidencia que no hemos avanzado en la superación de nuestros graves y grandes problemas. La voz y el mensaje de Pío vuelven a convocar a la conformación de una historia y un pensamiento nuevos y distintos, a la altura de la redención de hombre y de la construcción de una sociedad justa, igualitaria y solidaria.

Para contribuir a esa tarea, difundimos las bases de esa idealidad avanzada que Pío propuso como guía para crecer como hombres, como sociedad y como mundo. Ojalá ustedes los lectores se encarguen de diseminarlos, multiplicarlos, para que como semillas titiriteras que son, encuentren campo abonado en las heridas abiertas de esta Venezuela dolida de hoy.

No hay comentarios: