viernes, 15 de octubre de 2010
¡DÉJENNOS ROBAR QUE YA USTEDES ROBARON!
Señor Dios, tú que quitas los pecados del mundo, atiende nuestras súplicas y líbranos de esta quinta que nos aplasta y de la cuarta que amenaza con rescatar sus viejas posiciones.
Este colectivo no se merece este terrible castigo. Ni tú, señor, puedes avalar una condena que comenzó en 1492, cuando la llamada empresa descubricionista hace de la masacre/asesinato la base y fundamento de su misión invasora y destructora. Una historia que hoy se prolonga en el mismo círculo de los fracasos, derrotas y padecimientos.
Entonces tierra, frutos y hasta el propio hombre pasaron a ser propiedad de los invasores. Es el dueño/usurpador que viene a conformar un ‘nuevo mundo’, regido por un sistema de dominación que se mueve entre el autoritarismo, el militarismo, el terror, el saqueo y la imposición.
Se dijo que se venía a civilizar y humanizar a la animalidad aquí existente para sembrar el hombre de la cultura, la religión y la producción.
Y fue así como La Pinta, La Nina y La Santa María se convierten en símbolos de un tiempo de sometimiento e invasión que se resguarda bajo los mantos de lo que suave y católicamente se llamó Descubrimiento de América.
Este es el único continente que adquiere la condición de descubierto para cumplir sin tropiezos la misión de asesinar unos pobladores que según el invasor no se podía reconocer como gente.
Era necesario, en consecuencia, proceder a sembrar aquí un hombre supuestamente civilizado y culto que haría las veces de fundador de sociedad, pueblos y ciudades. Es lo que han denominado ‘la invención de América’. Olvidan que ¡Nadie descubre a Nadie! Y que no hay ni descubridores ni descubiertos.
La Santa Iglesia, católica, apostólica y romana avaló por cuatro décadas aquella mortandad de “los seres inferiores y muy distantes de Dios”, que eran así porque carecían de alma.
Por ello permitió que al llamado indio se le diera el tratamiento de los conjurados a Jesús. Y esta forma de actuar se extiende libremente hasta el 02 de junio de 1537 cuando el Papa Paulo III publica una Bula en la cual reconoce que los indios son verdaderos hombres, que pueden gozar de libertad, tener propiedades, no deben ser reducidos a servidumbre e invitados a abrazar la fe en Cristo a través de la oración.
Para el momento se había asesinado unos 20 millones de ‘gente inferior’ y se crean las condiciones para que pase al olvido la historia milenaria de esta sociedad a la cual se le quiere ahora imponer una partida de nacimiento ajustada a los intereses invasores.
Entonces la cúpula de lanza y cruz lo domina todo y establece un reino duradero. La obra independentista corresponde a sus descendientes. Y las llamadas repúblicas a una u otra fracción del mismo poder.
Hoy nos encontramos con una cúpula que se considera heredera del mismo poder imperial que se otorgaron los supuestos descubridores y trasmitieron a libertadores, héroes, caudillos y autócratas de la llamada democracia y las dictaduras.
Sin embargo, no se invoca como fuente de poder al descubrimiento sino a un tal socialismo. Los primeros supuestamente libraron al colectivo de la animalidad y los segundos vienen a libertarlo de la explotación.
Pero ni uno ni otro apuntan hacia la verdad. El poder de los descubridores sobre los descubiertos e inferiores es, en su contenido y dirección, el mismo que hoy practican los cenáculos socialistas/comunistas sobre un colectivo esperanzado, engañado y utilizado.
Dos formas de actuar de la misma explotación. Y de esto no se libran las repúblicas anteriores.
La llamada cuarta es ya un compendio de cúpulas descubridoras que se aprovechan de un colectivo que no ha logrado tomar en sus manos la conducción de su destino. Y por ello en este caso específico deja en manos de esos grupos privilegiados la totalidad de la renta petrolera.
Y es lo que podemos observar a esta hora. Los fracasados de la república anterior están en pugna con los administradores de la actual para que se sirvan firmar y respetar el pacto de la alternancia que debe ser entendido de esta manera: un rato robamos nosotros y otro rato roban ustedes. La misma historia del saqueo que se inicia el 12 de octubre de 1492.
Lo que está planteado hoy aquí, en consecuencia, es una lucha polarizada entre patriotas del robo, con el agravante de que han llegado muy lejos las ambiciones en las repúblicas soberanas del saqueo socialista y democrático, no dispuestas a dejarse arrancar su manjar.
Esto quiere decir que el 05 de enero se pondrá a andar otro capítulo de la polarización (que examinaremos luego) de crecientes y guerreras proporciones en función de la permanencia o reestablecimiento de ‘cúpulas podridas’.
Señor Dios ¡no nos abandones en esta difícil hora, como lo hiciste hace 518 años a nuestra sociedad originaria! abm333@gmail.com
El Universal, 15 de octubre del 2010.
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