DÍGAME
UN LIBRO DEL DECIR Y EL SOÑAR
RAMÓN SANTAELLA
Es el trabajo n° 50 del Dr. Agustín Blanco Muñoz (ABM), si es que no estamos equivocado en el conteo de su extensa producción. Dígame, a nuestra manera de ver, es una síntesis de los dos trabajos que lo preceden, “Ofrenda de Música y Vida (2022) y Pasadizos (2023). Son tramos de poesía conectados a un pensamiento de Historia Actual como a la Vida y a la Muerte, con un valor agregado de sensibilidad recorriendo todo el trayecto del mensaje poético procesado y urgido en respiros de amor, sueños y recuerdos que ponen de relieve, la pasión del poeta, por momentos, empecinado en hacer presente los deseos y recuerdos de un amor perdido, mas no olvidado.
Por momentos, oculta de tramo en tramo, restos de aquellos recuerdos, para que en adelante emerja el iceberg de aquella sentida propuesta de amor, todo un reto para el lector que deberá diferenciar los instantes de afloramiento de la expresión sensible del poeta, su ir tras la huella de un sueño de amor perdido y su empecinado deseo, por transformar el pasado en presente huyéndole a la soledad que va quedando donde yacen los decires y los sueños, sin retorno, hasta el surgir de los dígame dando forma a los asombros.
“Dígame” es un largo mensaje que se nos antoja desestructurado en dos porciones, el de las sorpresas, sueños, recuerdos y deseos, ante el amor perdido, sin respuesta ni intimidad, y el de los sueños políticos involucrando presente y futuro asociados a la incertidumbre de la realidad, o como dice el poeta, “dígame es el propio deseo de que algo suceda para nuestra satisfacción y alegría” (7).
Un entablado de versos, pensamientos y quereres burbujeando en deseos, de algo que se espera con ansias, en él se cuece la soledad para que brote la alegría y la vida o los momentos parecen actos de resiliencia, vuelve la calma y el sosiego, sin embargo, el poeta se encierra entre los dos extremos del vivir y el morir, dando preferencias a la soledad como si fuese momento necesario en la vida del ser:Si ya un día
Amaneciéramossin ganas de respirarcómo habrían de reír las palmerasde esta inmensa soledad! (15).
Qué importa la risa ajena cuando la muerte llega, se acaba la soledad, ni siquiera oímos los murmullos del silencio, somos eternidad. Los lamentos carecen de sentido y valor cuando hemos muerto.
Soledad, entristecer, desesperación, alegría, pesar, eternidad son sustantivos, instantes y cualidades, cuya reciprocidad forma parte de las relaciones fantasmales del pensamiento influido de soledad, razón para que los dígame dejen de ser imaginarios cuando se culpa al tiempo de las averías sentidas:
Si el cartero dejade traerme su recuerdopara llenarme de olvidos! (20).
Cuando el sentimiento de soledad se apropia del consciente, no hay recuerdos sin pasado, no hay sueños ni imaginarios que no envidien el futuro pero, caemos en sus redes si en algún instante se respiró de un mismo aire compartido y los asombros fueron dos. La soledad es un castigo que nos imponemos, para culpar al tiempo o a la Vida, por los “pecados” cometidos.
En poeta parece despertar de sus sueños y recuerdos, para volcar su atención hacia la historia, presente y futuro de la humanidad asediada por la tecnología nuclear, el iceberg del amor se pierde en el mensaje:
Aquella tarde que pasamos
dejando caer guaruras de
aguas encendidas de amor
en el propio centro de
nuestros seres! (65).
Cuando llueveesas ganas de tenerteque me dany cuando escampaesas ganas de tenerte que me siguen! (69).
Dicho esto, se esconde de nuevo entre los predios de la muerte como tabla salvadora ante el naufragio del amor perdido:
Dígame tener que pensar y admitir que no estaremos presentes cuando nuestro ataúd emprenda vuelo a fuego / o tierra! (70).
No es arrepentimiento lo advertido, es resignación ante lo perdido y haber asumido a la muerte como cómplice de las averías del tiempo y las circunstancias deseadas:
Tanto andar para quedar en un sitio sin andar! (76).
La muerte, cómplice y soledad, la amiga y confidente inventada, la incentivadora del mensaje, el poeta la asume y ante el temor de no descubrirla socia de la muerte, inventa un tren de mensajero para esconderse y no ser visto como pasajero:
Aquel tren pisando en las cuerdas del viento para tratar de alcanzar la realidad delos sueños del hombre que no encuentra al hombre! (112).
Los lamentos por el amor perdido llegan a su fin con el de los tramos de poesías, el mensaje es de eternidad y resignación:
Amor no haber podido terminar aquella sinfonía que entonces iniciamos! (143).
Finalmente, una fotografía que calma la búsqueda de una respuesta del mensaje diluido en los tramos de poesías, una bebita que sostiene prisionera en sus labios, una sonrisa y entre sus párpados, dos pícaros ojos, con mirada de asombro, presagio del futuro esperado, deslinde entre la humanidad y la vida (189).
Es una bebita y otra inocencia que sostienen prisioneros en sus labios una sonrisa. Y entre sus párpados, dos pícaros ojos, con mirada de asombro, presagio del futuro esperado, deslinde entre la humanidad, los recuerdos, el amor y la vida. (189). Y queda sembrado el mensaje del vivir en el propio reír:
Lo bueno que sería
mantener en alto
el reirle a la vida
por construir! (185)
“Dígame”, en fin, es un libro para el decir y el soñar de los recuerdos de amores firmemente establecidos, en las más duras tierras de las almas del siempre que no se detienen siquiera en la memoria del porvenir.
Enero 2024
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